La conversación es complicada y lenta, en algunos momentos el guía tiene problemas para traducir todo lo que Polibio dice. Pero pese a no entender una sola palabra de quichua, todos sabemos que el shamán tiene mucho que contar y que no le apena compartirlo con nosotros.

Daniel sirviendo de intérprete
"El poder lo recibí de mi abuelo" afirma el viejo Shamán, de ya 76 años de edad. El guía se encarga de explicarnos un poco del mundo y las tradiciones shamánicas.
Los Shamanes se forman en la familia, en la tradición que viene de padres a hijos, durante varias generaciones. La formación empieza desde muy temprana edad que puede ser desde los 8 a 10 años. Van recibiendo fuerzas, poderes, energías e informaciones.
Para pasar poderes a sus progenitores el brujo toma ayahuasca, también se toma un pilche o cuya, llena de tabaco.
Polibio buscando la ayahuasca
Es así como se está preparando y fortaleciendo espiritualmente, tosen y soplan en lo alto de la cabeza una y varias veces, de esta forma le transmiten el poder. Después del ritual el niño o aprendiz no puede jugar, cabecear, trabajar ni bañarse, debe comer solo cosas indicadas por el yachac durante tres días.

Ya ataviado con su atuendo antes de la limpia
Una parte esencial de este arte es la vestimenta que utilizan. Todas las cuentas plumas y collares tienen la virtud de proteger al Shamán y evitar que las malas energías y espíritus se trasladen al cuerpo del curador.

Cuentas protectoras (escudo del shamán)
Finalmente, pudimos observar que la vida del shamán es sacrificada: "cuando llamaban yo tenía que caminar a donde sea que estuviese el enfermo". Una vida de caminante, y recién, a sus 76 años Polibio está pensando en retirarse y pasar su tradición.

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