miércoles, 3 de junio de 2009

IMPACIENTES POR EL REGRESO

Al terminar el ritual de las limpias, el día junto a la familia Tanguila parecía haberse acabado. Muy agradecidos empezamos a despedirnos pues cada uno de nosotros gritaba en nuestro interior por ver aunque sea de lejos algo de la ciudad. Nos preparamos para salir y con agradecimientos en quichua aprendidos en ese mismo instante abandonamos la casa de esta gran familia indígena. 



Apresurados y casi a empujones salimos sin darnos cuenta que aún faltaba una hora aproximadamente para que aquella incómoda camioneta que tanto anhelábamos llegara a recogernos. El guía, un joven de origen quichua, seguía a nuestro lado y nos llevó a las orillas del río en donde podríamos descansar y comer algo.



Totalmente exhaustos llegamos a una gran explanada en donde la hora que debíamos esperar se nos hizo eterna. Entre chistes, sánduches de atún y Coca Cola caliente esperábamos impacientes por volver a la ciudad, por ver las luces de la noche y por evitar cualquier contacto con la naturaleza. 

Exactamente una hora después llegó la camioneta doble cabina en la que tal vez conscientemente casi todos tomamos los mismos puestos, regresábamos por el mismo camino irregular y el conductor con más prisa nos llevaba saltando de un lado al otro en el balde, de repente la camioneta paró bruscamente en medio de la carretera. Todos confusos recibimos la noticia de que bajaríamos un momento para ver uno de los árboles más grandes del Ecuador.

Casi sin entusiasmo bajamos de la camioneta y seguimos un estrecho camino hasta llegar a un gran árbol imponente en la selva. Rodeado de insectos y más plantas, el árbol resultó ser un Ceibo de quinientos años que según el guía era muy joven aún. 

Impresionados pero sin dejar nuestra impaciencia de lado decidimos volver rápidamente a la camioneta pues nuestra capacidad de tolerar la naturaleza estaba llegando a su límite. Regresamos y muy cansados soportamos una hora más de viaje hasta el Tena. 



Callados y somnolientos casi nadie cruzó palabra durante el camino. La experiencia vivida en este viaje será incomparable pues tuvimos la oportunidad de conocer una vida totalmente diferente a la nuestra y compartir con personas ajenas que nos recibieron amablemente en su hogar. Sin duda estas son lecciones invalorables de tolerancia, respeto y amistad.


Los Quichuas, pueblo ancestral del Ecuador

Uno de los pueblos indígenas más importantes en territorio ecuatoriano son los Quichuas, los cuales se dividen en dos grupos de acuerdo a su ubicación. los Canelos – Quichuas se encuentran en la provincia de Pastaza y los Napo – Quichuas o Quijos se ubican en zonas urbanas y rurales de las provincias de Napo, Orellana y Sucumbíos.La población de estas comunidades está estimada en aproximadamente 60 000 personas siendo así la más numerosa de la Amazonía ecuatoriana. Su origen viene de la mezcla de pueblos nativos amazónicos como de pueblos indígenas de la Sierra.
Aún existe un gran porcentaje de indígenas que siguen con su vida tradicional, viven en sectores internos de la selva en donde trabajan en sus sembríos, pescan y recolectan frutos. Estas familias por lo general salen pocas veces al Tena para comercializar algunos productos pero lo hacen por cortos períodos.
Los Quichuas son un pueblo muy tradicional, ellos aún tienen costumbres como el matrimonio arreglado y la creencia en sus dioses, pues las cavernas, el diablo, los duendes, el sol y las montañas son venerados por ellos. La anaconda es el máximo dios considerado el jefe de todos y el ceibo es el dueño de todo lo que les rodea.

Algo muy importante para esta comunidad es la práctica del shamanismo. Los shamanes son los médicos de estos pueblos y cuando alguien se encuentra enfermo sea física o espiritualmente no dudan en acudir al shamán de su comunidad.
En cuanto a la comida, la alimentación principal de los Quichuas se basa en la chicha, la carachama, la yuca y el maduro, estos escasos ingredientes son suficientes para su supervivencia.




Como casi todas las comunidades indígenas de nuestro país las zonas urbanas han contaminado la cultura de los Quichuas reduciendo así sus costumbres y tradiciones, pero estos pueblos ancestrales no olvidan sus orígenes y guardan con ellos sus bases culturales.


LA AYAHUASCA, LAS PUNTAS Y EL CIGARRILLO SON FUNDAMENTALES EN LA VIDA DE LOS QUICHUAS

Una de las experiencias más gratificantes de este extraño viaje fue el poder estar presentes en no una sino cuatro limpias. Después de compartir algunos alimentos poco suculentos aunque brindados con la mejor intención y solidaridad fue la hora de ver el ritual de la limpia. 
El shamán, José Tanguila, desapareció unos momentos para prepararse, tomó todos los instrumentos que necesitaba para realizar el ritual y volvió con nosotros. Al entrar en la habitación ya no vestía la ropa de estilo occidental y despreocupada con la que nos recibió sino que tenía un traje típico de los shamanes lleno de pepitas de colores, semillas de diferentes plantas con las que construyen estos sonoros trajes que representan los sonidos del bosque, también llevaba una corona hecha de plumas de guacamayo muy vistosas.


Entre los instrumentos que utilizó para tan importante ritual estuvieron una pequeña copa de Ayahuasca, un ramo de Suripanga, cepillo del viento con el que barre la obscuridad y un gran cigarro utilizado para alimentar a los espíritus e ingresar en un trance más profundo aún.

La primera persona a realizarse la limpia estaba lista sentada en una banca a los pies del shamán, él empezó un canto que entre palabras quichuas y silbidos dieron un ambiente extraño al lugar. Todo se obscureció y varias bocanadas de humo salían del shamán y entre cantos y bruscos movimientos del ramo de Suripanga empezó la sesión.

Con los ojos cerrados, nuestra compañera a quien le hacían la limpia se le notaba el temor por su lenguaje corporal pues se encontraba muy acongojada. El ritual era realizado cerca de una ventana para donde el shamán dirigía el ramo aventando las malas energías para afuera. 


A continuación se realizaron las otras limpias de igual manera que la primera pues para todos el proceso es el mismo. El shamán aclaró que por ser temprano aún, aproximadamente la una de la tarde, era difícil visualizar todo lo que normalmente brinda la Ayahuasca, pero de todas maneras las limpias son muy beneficiosas pues gracias a estas el cuerpo y el alma quedan en un estado de relajamiento y tranquilidad durante un buen tiempo. 

Al finalizar las limpias el shamán con el ramo de Suripanga muy desgastado decidió descansar un poco y empezó a contarnos lo que se debe hacer para convertirse en el shamán de una comunidad. Este es un trabajo de muchos sacrificios pero a la vez con varias gratificaciones pues la sabiduría que adquieren y la oportunidad de pasar a sus descendientes los poderes curativos de estos rituales son motivos suficientes para dedicar toda su vida a esta actividad.