Una de las experiencias más gratificantes de este extraño viaje fue el poder estar presentes en no una sino cuatro limpias. Después de compartir algunos alimentos poco suculentos aunque brindados con la mejor intención y solidaridad fue la hora de ver el ritual de la limpia.
El shamán, José Tanguila, desapareció unos momentos para prepararse, tomó todos los instrumentos que necesitaba para realizar el ritual y volvió con nosotros. Al entrar en la habitación ya no vestía la ropa de estilo occidental y despreocupada con la que nos recibió sino que tenía un traje típico de los shamanes lleno de pepitas de colores, semillas de diferentes plantas con las que construyen estos sonoros trajes que representan los sonidos del bosque, también llevaba una corona hecha de plumas de guacamayo muy vistosas.


Entre los instrumentos que utilizó para tan importante ritual estuvieron una pequeña copa de Ayahuasca, un ramo de Suripanga, cepillo del viento con el que barre la obscuridad y un gran cigarro utilizado para alimentar a los espíritus e ingresar en un trance más profundo aún.
La primera persona a realizarse la limpia estaba lista sentada en una banca a los pies del shamán, él empezó un canto que entre palabras quichuas y silbidos dieron un ambiente extraño al lugar. Todo se obscureció y varias bocanadas de humo salían del shamán y entre cantos y bruscos movimientos del ramo de Suripanga empezó la sesión.
Con los ojos cerrados, nuestra compañera a quien le hacían la limpia se le notaba el temor por su lenguaje corporal pues se encontraba muy acongojada. El ritual era realizado cerca de una ventana para donde el shamán dirigía el ramo aventando las malas energías para afuera.

A continuación se realizaron las otras limpias de igual manera que la primera pues para todos el proceso es el mismo. El shamán aclaró que por ser temprano aún, aproximadamente la una de la tarde, era difícil visualizar todo lo que normalmente brinda la Ayahuasca, pero de todas maneras las limpias son muy beneficiosas pues gracias a estas el cuerpo y el alma quedan en un estado de relajamiento y tranquilidad durante un buen tiempo.

Al finalizar las limpias el shamán con el ramo de Suripanga muy desgastado decidió descansar un poco y empezó a contarnos lo que se debe hacer para convertirse en el shamán de una comunidad. Este es un trabajo de muchos sacrificios pero a la vez con varias gratificaciones pues la sabiduría que adquieren y la oportunidad de pasar a sus descendientes los poderes curativos de estos rituales son motivos suficientes para dedicar toda su vida a esta actividad.
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